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Por: Dra. Elena Enioutina del Consejo de Ciencias Médicas
Llegó la temporada del resfriado común y la gripe en el hemisferio norte. Esto nos recuerda lo importante que es mantener nuestro sistema inmunitario en perfectas condiciones. En este blog te compartiré cuáles son algunas de las amenazas que afectan tu capacidad de combatir las infecciones y cómo enfrentarlas.
El sistema inmunitario puede dividirse en dos partes: la inmunidad innata y la inmunidad adquirida. La inmunidad innata es tu primera línea de defensa que inicialmente combate las infecciones. Mediante la inmunidad innata, la inmunidad adquirida aprende cómo hacerse cargo del resto de las infecciones. Asimismo, esta inmunidad innata también registra en su memoria las características de los patógenos invasores.
Tu sistema inmunitario es una red compleja de células que se comunican entre sí mediante la producción de moléculas llamadas citoquinas. Las citoquinas inflamatorias ayudan a combatir las infecciones y las citoquinas antiinflamatorias estimulan la reparación de tejidos dañados.
Son muchas las amenazas que pueden desequilibrar el funcionamiento del sistema inmunitario. Algunas de esas amenazas son, el consumo excesivo de alcohol y el tabaco, el consumo de una gran cantidad de alimentos procesados, las infecciones virales, las enfermedades y el estrés crónico. Ahora, hablemos de la manera en la que estas amenazas pueden afectar tu sistema inmunitario y cómo puedes enfrentarlas.
Las personas que toman mucho alcohol pudieran experimentar más complicaciones con la salud y otras afecciones graves que quienes no beben o solo beben ocasionalmente. El consumo excesivo de alcohol definitivamente perjudica tu sistema inmunitario; eso deteriora tanto tu inmunidad innata como la adquirida. El exceso de alcohol debilita las defensas contra las infecciones, predispone a los bebedores crónicos a contraer infecciones y provoca inflamación sistémica.1
El consumo de alcohol durante el embarazo puede interferir en el desarrollo del sistema inmunitario del feto. Por lo tanto, los bebés recién nacidos de madres que consumieron alcohol son más susceptibles a contraer infecciones.2 Por esa razón se recomienda que las mujeres embarazadas no beban alcohol.
Fumar pone en riesgo el equilibrio de la respuesta del sistema inmunitario ante las infecciones3. Asimismo, fumar altera el funcionamiento de las células adaptativas del sistema inmunitario como las células T y las células B. En el caso de los fumadores, sus células T producen más moléculas inflamatorias que pueden perjudicar los órganos del cuerpo y sus células B producen menos anticuerpos, los cuales neutralizan los microbios y ayudan a las células fagocíticas. Evidentemente, es crucial que las células B y T funcionen de manera óptima, pero fumar definitivamente inhibe el funcionamiento correcto de estas células. Los químicos presentes en los cigarrillos pueden empeorar los casos de neumonía, el resfriado común, la gripe y la tuberculosis. Fumar también incrementa la dificultad para tratar estos problemas de salud. Además, los fumadores son más propensos a desarrollar reacciones alérgicas.
Los alimentos procesados contienen una alta cantidad de grasas perjudiciales y azúcar, lo cual puede dañar las funciones inmunitarias de nuestro cuerpo.4, 5 El consumo excesivo de comida procesada puede causar un desequilibrio en la cantidad de bacteria en los intestinos, propiciando que las células inmunitarias produzcan citoquinas inflamatorias, lo cual puede desencadenar muchos problemas.
Es muy probable que todos hayamos padecido alguna vez infecciones virales como el resfriado común, la gripe o diarrea, entre otras. Por lo general, las infecciones virales son autolimitadas, lo cual significa que el sistema inmunitario puede hacerse cargo de la infección por sí solo, pero desafortunadamente existen casos en los que algunos virus sobrestimulan al sistema inmunitario dando lugar a una producción excesiva de citoquinas. Ciertos virus afectan la colaboración entre la inmunidad innata y la adaptativa causando una activación descontrolada de la inmunidad innata, lo que provoca un posible daño a los pulmones, el corazón y otros órganos. Las células fagocíticas hiperactivas segregan enormes cantidades de citoquinas inflamatorias para controlar la infección viral. Esta sobreproducción de moléculas inflamatorias se conoce como “cascada inflamatoria” o “tormenta de citoquinas” y puede provocar daños innecesarios a los órganos.
La sobreproducción de moléculas inflamatorias también puede suscitarse cuando un paciente cuenta con una gran cantidad de células dañadas en el cuerpo, por ejemplo, como consecuencia de un infarto al corazón6, trauma o una enfermedad crónica. Las células fagocíticas normalmente eliminan las células dañadas e inician el proceso de sanación. En el caso de daño intenso en el tejido, al activarse las células fagocíticas estas producen una mayor cantidad de moléculas inflamatorias que pueden causar aún más daño.
Por último, quiero hablar del estrés y el rol que juega en el daño al sistema inmunitario.7 El estrés es una reacción fisiológica y psicológica ante las situaciones desafiantes. Cuando experimentamos un nivel de estrés intenso que dura unos pocos minutos, tu sistema inmunitario envía células inmunitarias a la sangre y prepara al cuerpo para una posible infección o lesión. Igualmente, en el caso del estrés crónico, se estimulan las células inmunitarias para que produzcan moléculas inflamatorias, lo cual puede durar días o incluso meses. La producción a corto plazo de moléculas inflamatorias conduce a la eliminación de las bacterias y virus. Por otro lado, la producción prolongada de estas moléculas provoca un mal funcionamiento del sistema inmunitario y puede empeorar muchas enfermedades crónicas.
Muchas de las amenazas para el sistema inmunitario pueden conducir a una reacción inmunitaria desequilibrada, a una infección y al daño celular. ¿Qué puedes hacer al respecto? Llevar un estilo de vida saludable y buscar un respaldo adicional para tu sistema inmunitario.
Para restaurar el desequilibrio del sistema inmunitario, es preciso dejar el alcohol o al menos bajar o moderar el consumo. De acuerdo al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esto significa limitarlo a un máximo de dos bebidas al día para los hombres y una bebida o menos al día para las mujeres. Otra excelente manera de respaldar tu sistema inmunitario es dejar de fumar; eso podrá restaurar el funcionamiento del sistema inmunitario y disminuirá las probabilidades de contraer cáncer de pulmón.
Cualquier tipo de ejercicio, como una caminata en el parque o en el vecindario puede ayudar a combatir el estrés crónico y, por lo tanto, respaldar el funcionamiento correcto del sistema inmunitario.
Nunca va a estar de más dejar de lado los alimentos poco saludables y optar por alimentos de mejor calidad, ya que algunos de estos últimos pueden ayudar a reducir la inflamación. Por ejemplo, el pescado, los vegetales y el aceite de oliva son favorables para la salud y el sistema inmunitario.
Una de las mejores maneras de evitar las infecciones virales es manteniendo una buena higiene personal, lo cual incluye lavarse las manos frecuentemente y usar cubrebocas cuando sea necesario.
Cuida tu salud y vive al máximo,
Dr. Enioutina
**Estudios:
Fuentes:
1 ¿Cómo afecta el consumo de alcohol al sistema inmunitario? (En inglés).
2 Exposición prenatal al alcohol y el sistema inmunitario en desarrollo. (En inglés).
3 El tabaco y la salud en general. (En inglés).
4 Fortalecer el sistema inmunitario y reducir la inflamación y el estrés oxidativo a través de la dieta y la nutrición. (En inglés).
5 Productos finales de glicación avanzada en los alimentos y una guía práctica para reducirlos en la dieta. (En inglés).
6 Descifrando los misterios de la respuesta inmunitaria descontrolada en COVID-19 y STEMI. (En inglés).
7 Adaptaciones proinflamatorias inducidas por el estrés: mecanismos viables para el vínculo entre el estrés y las enfermedades cardiovasculares. (En inglés).
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